lunes, 2 de septiembre de 2019

Evaluarnos y evaluarles

Llegando al final de este recorrido considero que no hay palabras para describir las sensaciones y precepciones que tengo.

La evaluación ha sido el eje de esta última capacitación y nos ha dejado con más interrogantes que certezas. Hemos reflexionado sobre cómo evaluamos y hemos abierto una ventana con un montón de nuevas posibilidades que cuestionan la evaluación tradicional para contraponerla a lo que ahora empezaremos a denominar evaluación auténtica. El camino recorrido es enriquecedor y prometedor respecto a los posibles resultados que obtendremos si nos alejamos de la evaluación tradicional para acercarnos cada vez más a la evaluación auténtica. Pero bien, la pregunta que se nos interpone ahora es: ¿es viable poner en práctica la evaluación auténtica?

Si volvemos al inicio de esta capacitación nos encontramos con los siguientes cuestionamientos:

¿Cómo debe ser la evaluación? Esta pregunta abría el primer módulo y nos invitaba a repensar las concepciones acerca de la evaluación. Recordemos el video de Linda Castañeda que tiene una excelente claridad para exponer sus ideas. Para refrescar el tema podemos hacer clic aquí.

¿Para qué evaluar? Así comenzaba el módulo 2 para interpelarlos sobre los tipos de evaluación, el por qué evaluar: evaluar para retroalimentar o evaluar para premiar o motivar a nuestros estudiantes.  Qué interesante ponernos a pensar sobre para qué y por qué evaluar. En esta oportunidad el centro de nuestra atención quedó atrapada en la importancia de una buena retroalimentación para ofrecer al estudiante claridad de qué esta logrando con sus aprendizajes y hacia donde se tiene que dirigir. Rebeca Anijovich nos ofrece una guía de sugerencias para hacer una buena retroalimentación. 

¿Qué evalúo? El módulo 3 nos ponía enfrente un desafío mayor cuando nos proponía planificar la búsqueda de evidencias de aprendizaje y la selección de instrumentos de evaluación acordes con la propuesta evaluativa. Acá empezaron a jugar un rol significativo los criterios de evaluación y los resultados de aprendizaje. Por esta razón, las rúbricas y su correcto diseño empezaron a ser las protagonistas indiscutibles.

¿Quién evalúa? Este interrogante abre el módulo 4 y nos lleva a pensar sobre la posibilidad de que pueden surgir, dependiendo de la propuesta evaluativa,  nuevos evaluadores: los estudiantes. Son ellos quiénes pueden ser los protagonistas principales con la autoevaluación y  la coevaluación. El trabajo en grupo evaluado con una rúbrica en Corubrics permite la autoevaluación y también la coevaluación. Mi producción en Corubrics se puede visualizar aquí.

¿Con qué instrumentos? El último módulo  puso en evidencia qué características tiene o debería tener una evaluación auténtica y qué métodos se ponen en juego cuando diseño un instrumento para evaluar a los estudiantes. El gráfico de Monereo es claro y muy preciso. Otro elemento para destacar dentro de este módulo es el portfolio: un instrumento de evaluación muy valioso y con infinitas posibilidades de uso en entornos virtuales.
La propuesta de trabajo, en esta oportunidad, fue analizar la evaluación de una compañera y hacer una retroalimentación formativa. Finalmente, cada uno de nosotros elaboró una prueba auténtica ( o que se acercara lo más posible a este tipo de prueba) con un formulario de Google Drive. Para conocer mi prueba escrita después de este recorrido ingresa aquí. 

Para despedirme, les dejo una última reflexión:

La evaluación debe ser una oportunidad de crecimiento en todo proceso de aprendizaje y somos los docentes quiénes tenemos la gran responsabilidad de que sea este el camino.

Hasta pronto...

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